martes, 11 de noviembre de 2014

TE ELOGIO COMO ME DA LA GANA

"Arriba los brazos.
No te muevas.
Al primer movimiento te beso."

Tira todas tus armas, voy a quitarme la ropa.
Si te acercas, disparo
aunque me cubras de sangre.
Pregunto, tienes pensado morirte 
o correrte primero?
Avísame, no quiero ser homicida
de toda tu mierda entre líneas.
Repito:

"Arriba los brazos.
No te muevas.
Al primer movimiento te beso."
Una última vez:

"Arriba los brazos.
No te muerdas.
Al primer movimiento te verso."

Amenázame la vida de una puta vez.
Mírame a los ojos y ódiame de golpe.
Yo que sé, a golpe de vista
o golpe de Blues o golpe de frío,
a golpe de grito.
Ódiame a portazos, que no voy
a salir a buscarte.
Vuelvo a repetirme:

"Arriba los brazos.
No te muevas.
Al primer movimiento te beso.
Te verso.
Te quiero?
Te pierdo.
Me pierdo.
Te pierdo..."

jueves, 6 de noviembre de 2014

Yo también había hecho planes.

Quería leerlo todo, viajar a cualquier parte, posar para grandes fotógrafos, escribir durante horas, aprender arte hasta poder hablar de cualquier tema, navegar, tirarse en paracaídas, volver a bailar. Tatuarse por completo, conocer a grandes personas y personajes. Arreglarse la sonrisa, estar más morena, dejar crecer la melena, aumentar su talla de sujetador, lucir ligeros de Victorias's Secret, plantar un árbol, publicar un libro, tener un hijo y contárselo todo.

Buscaba un verso que hablara de él sin conocerlo, ir a buscarlo, conquistarlo con una imagen, escribirle sin olvidarse nada en el tintero, encontrar en su clavícula la octava maravilla, toda una obra de ingeniería. Llevárselo lejos de todo, cerca del viento, del mar. Bailarlo en la cama, bailarle mil lunas, tal vez un vals. Guardar sus besos en piel a tinta, llamarlo musa. Ser perfectamente feliz, preciosamente morena, alma del sur. Vestirse, para que él la desnude. Sentarse y esperarlo a la sombra de un olivo, leyendo sus ausencias, enseñándole a su hijo, cuánto han cambiado las cosas, haciéndolo sonreír.

Quería ser, con él. Pero nunca encontró el tiempo suficiente para enamorarlo, por eso escribe. Todo eso que buscaría si no supiera que, ya no va a volver. 

domingo, 2 de noviembre de 2014

Desde la Gran Vía adoquinada de recuerdos.

Me preguntan, qué haces aquí fuera Damay? Leer.
Me gustaría que fuera cierto.
Helarme, intento helarme hasta no sentir nada.
La falta que me haces, la ausencia, la lluvia, lo que queman los daños, como pasan los años.
He entrado en un bucle con esa pregunta, como si antes no tuviera ninguna.
Menuda mentira. Ojalá también supiera mentirte a ti,
decirte que no te echo de menos.
Pero ya no, sal corriendo o mándame a la mierda,
que es lo que estoy buscando.
Un día, no sé como, ni sé cuando,
me plantaré sin avisar en la puerta de tu nueva casa
para explicarte todo esto que se me pasa por la cabeza,
todo esto que nunca te he dicho.
Espero que llueva, así tendré una excusa que poner
cuando me ahogue al intentar articular palabra.
Ojalá no estés, y pueda irme sola, una vez más de tantas,
a pasear por esa ciudad que ni siquiera conozco, hasta aprendérmela de memoria.
No sé que es lo que quiero si no te quiero a ti.
Pero sé que no es a mí, por que ya no me hago falta.
Si es que, ya no me siento, ni para esperarte.
Hace mucho tiempo que me deshice de eso que dicen
que es lo último que se pierde.
Por lo tanto, no sé que viene ahora,
la nada solo es una carencia de léxico.
Te escribo desde la acera en la que llevo esperándote
más de dos meses, o yo que sé.
Te escribo desde el rincón más frío de este puto pueblo,
desde donde los cigarros no se encienden, ni ninguna otra llama.
Nadie llama, nadie contesta.
Te escribo dese el sitio en que tendrías que mirarme por cojones,
si es que estuvieras aquí,
desde la gran vía adoquinada de recuerdos,
desde yo que sé, no lo sé, no puedo verlo.
Te escribo desde el frío que dice que es invierno por que no estás,
y que es de noche por que no me atrevo a abrir los ojos,
por que ya no me queda nada que ver si no es tu risa.
Entiendo que no me conozcas si me echo a llorar,
tú solo me has visto reír, contigo.
Cuanto han cambiado las cosas últimamente,
no sé si te has parado a pensarlo, no digo a pensarme, no lo pido.
En ti, en todo lo que has hecho, y deshecho conmigo.
Sigue sorprendiéndome la idea de que sepas quien eres, si es que lo sabes,
de que no te escapes de los espejos, de que sigas siendo, y feliz.
Cuando alguien se muere solo algunos lo recuerdan, y muy pocos lo pagan.
Eso, exactamente eso me ha pasado a mí contigo.
Estoy en deuda, conmigo misma. Y firmo desde aquí, desde donde te escribo
el ultimo contrato aunque no estés presente.
Volveré a verte, y va a llover, y voy a sonreír, y a decirte
todas esas cosas que nunca te he dicho, aunque no estés.
Que haces aquí fuera Damay? Leer.
Y un día será cierto.

MIL MANERAS DE REENCONTRARSE (parte1º)


No terminó de entender a día de hoy, que hacía sentado en el portal de su edificio a esas alturas. Después de haber salido corriendo y esconderse de aquel modo. De no contestar a los mensajes, ni de intentarlo, de no dar señales de vida. Sin embargo, lo invitó a subir. Buscaba una excusa en lugar de inventársela para no tener que volver a dormir solo, para no desesperar en la espera de alguien mejor. Lo que no sabía era el tiempo que llevaba ella esperando una verdad. Más de dos horas, de su estancia allí, por supuesto. Meses, tal vez. No podía mirarlo a la cara, recogía el cuerto como una total y completa loca. Paseaba de la cocina al servicio, de la habitación al salón, del pasillo al holl y así, sucesivamente. Entonces gritó, fue él el que gritó como nunca antes lo había hecho a nadie. Alzó la voz y sonó algo así como “siéntate”. “Más? Otra vez? Y tener que mirarte a los ojos y romper a llorar? Que callarme todo eso que nunca te dije? Que mentirte, o de eso vuelves a encargarte tú?” Y venía para quedarse, dijo, vamos. Y ella fue, acercándose lentamente a su boca con las intenciones de pedirle una nueva tregua. Acortar las distancias, por no poder respirar ausencias. Hacía tanto, tanto tiempo que no le daba un beso que, en realidad, no prestó atención a su respuesta. Sí, un beso, le valió más que mil palabras.

“A veces, esperamos hasta desesperar. Y tiene gracia.”





Era un mensaje, pero no podía ser un SMS

Acabo por pensarlo todos los días, supongo que hace tiempo que tenía que haber olvidado tu cara. Mucho antes de que te fueras, aquella tarde. El problema es que siempre que me toca elegir escojo la opción incorrecta, me levanto con el pié izquierdo y no dejo de mirar atrás. Siempre me han fascinado esos saltos temporales de las películas, en los que comparan pasado y futuro. La verdad es que contigo, siempre lo he visto viajero, pero tú, has decidido plantarme en mitad de la terminal e irte solo. Y todavía no te has parado a pensar a quien le ha hecho más falta la compañía desde tu partida. Es admirable esa capacidad innata que tienes para deshacerte de todo el mundo. Que putada que seas también tú, el que tiene el don de permanecer en la cabeza del resto. Sí, de mí. No sé si me estoy volviendo loca, o si es que, una vez más, he escogido el camino incorrecto. Pero, eso sí, cuanto más pienso en olvidarte, más te recuerdo.

Vaya por dios, y aún nadie me ha vuelto a invitar a desnudarme. Ya no sé  si salir a buscarte o si enviarte este mensaje. Mejor, pensándolo bien, me acuesto y me duermo. O intento al menos no acariciarme la cara. Porque tendría, más que nada, que follarme a mí misma, como nunca lo has hecho tú. Parece mentira que estemos a do de Noviembre. Debería haber llegado el invierno, y yo sigo ahogándome de calor. En fin, es una suerte, así podré esperarte desnuda. Por si algún día apareces, quiero decir.

Joder, qué más da. De perdidos al río, tu boca. Sí, tu boca. Si me muerdo los labios creo que aún me saben a ti. Es más, si probara a abrazarme fuerte, tengo la absurda sensación, de que te oiría respirar. Ha llegado el momento de declararlo obvio. Cuando el amor no mata, ata hasta dejarte sin cordura. Cariño, recuerdas que esto iba a ser un mensaje? Claro, el que nunca llegué a enviarte. Pues, me explico, si estoy a tiempo de pedir un crédito para volver a verte, lo pido. Y subasto todas las copas que me queden por bailar. Átame los pies a tu vida. Y que me embarguen la risa si quieren, menuda gilipollez, si a mí, con verte sonreír me basta. Ah, y a ti, te regalo todas las mentiras que alguna vez te dije, para que no tengas que perdonármelas. Que ingenuo, me creías si te decía que no te quería, también te dije que me olvidaría de ti, y aquí estoy, planeando una huida o un suicidio colectivo, yo y toda mi mierda.


Sin embargo a ti, a tantos kilómetros de distancia, ya te da igual que me dispare en la boca, o que te envíe una bala perdida. 
De regalo, digo. 

"Nos vemos" Me vale

"Salir de ti es empotrarse contra la soledad"  
                                               Marwan.

Despedirme me está costando más de la cuenta, tal vez, porque todavía no haya acabado, porque llevo ya más de dos meses en este estado de sin-sentido y sin-ti y ni siquiera conmigo.
Tantos abrazos y ningún adiós, tantos besos y ningún quédate. Tantas veces te he mirado a los ojos y tan pocas te he dicho todo lo que pienso, que ya no sé si quiero hacerlo.
Lo siento, si vi en tu manos los hijos que no tendremos, la casa en la que nunca viviremos, las tardes abrazados en las que nunca nos perderemos. Habrá suerte, si volvemos a encontrarnos. Si no he vendido este juicio es por que no sé si quiero ganarlo, o dejarme perder. Porque no sé en que lugar encontrarme, desde que no te encuentro a ti.
Me fui, contigo, a sabe dios donde, a donde quiera que hayas ido, no lo sé. Una mitad, quiero decir, la otra sigue en este invierno etéreo que acabaré por romper.
-Que tal? 
-Bien
-Me alegro
Joder, claro que me alegro. Me alegro de que no me devuelvas la pregunta por que no sabría que decirte.
-Aquí, sin ti, sin más, sin mí...
-Vaya...
Busca una palabra que me explique a medias, sangrando, lloviendo, sonriendo como si todo fuera de puta madre. Pero que suene bien, por favor.
Busca una palabra que explique como me siento desde que salí de ti, sin querer, y me empotré, contra la realidad. Porque, no estaba ni yo.


-Nos vemos
Me vale.

Aprendo de desconocidos.

De la palabra imperfección se aleja cada vez más su nombre.
Le gustaría al viento tener sus gestos si pudiera.
Pagaría la locura por dormir entre sus piernas
y la cordura por aferrarse a su boca.

Poco se habla de la guerra desatada entre
verano e invierno para verlo sonreír.
Poco se habla de las faldas que a su paso
se levantan para hacerlo sonreír.
De las pocas, casi escasas que lo logran.

No necesita más la música que correr por sus venas
para cobrar sentido y sentimiento.

Con el semblante de una lápida perdida
esconde el corazón de un suicida por amor
que muy pocos conocen.

Con él he aprendido a comerme el mundo
sin palabras, con solo una mirada.
A descubrir los mil colores
de una noche en blanco y negro.
A llamar a la lluvia verano,
al café mi mejor vicio.

Con él he aprendido a vivir
en la ciudad del viento.

Siempre es mejor, a que no nos quede nada.

A veces lo único que nos queda entre las palmas de las manos 
son un puñado de piedras que tirar a nuestro propio tejado, 
hasta romperlo, 
y que se venga abajo.

Un puñado de recuerdos sobre los que pensar 
que todo podría ser mejor si no se tratara de nosotros. 
Que todo podría ser algo así como 
una melodía a piano que no quieres que termine nunca. 

A veces lo único que nos queda entre las palmas de las manos 
es el gusto amargo de un cigarro que acabamos de fumar 
pero que no nos ha calado tan adentro como esperábamos. 

Pero, en realidad, que esperábamos? 
Y, de quién? 

De nosotros mismos, nada, matarnos a base de miradas por que ya no sabemos que decir. 
Mentira, a veces sabemos que decir, pero no a quién. 
Los errores se pagan a punta de pistola y en esta puta ruleta rusa aún no han legalizado las armas, 
eso explica que usemos los besos, 
y los pocos versos que nos dejó Neruda diciendo: 
"Quiero hacer contigo, lo que la primavera hace con los cerezos". 

Y a veces, lo único que nos queda, es darnos cuenta, de que ha llegado el invierno.

Tiene sentido.

Y carencia de brazos en los que cobijarnos 
después de tirar abajo, nuestro propio tejado.