domingo, 28 de septiembre de 2014

Un espejo, un reencuentro y un final.

Creo que todavía estoy a tiempo de salir corriendo.
El problema es que no sé si quiero.
Tal vez si me alejo termine por darme cuenta
de que no puedo estar sin ti, sin mí, y acabe por dar la vuelta.
Será por eso o por que me siguen quedando ganas de decirte,
que por favor,
me arranques la ropa.
Y que si tienes un motivo para no pegarte a mí
lo uses ahora como si fuera la última vida que te quede,
que aquí todos sabemos que tienes siete, como buen felino que eres.
Y que yo no puedo robártelas todas.
Joder, estás consiguiendo que me separe de mí,
por que ya no sé quién soy,
ni que hago aquí.
Cuanto tiempo tengo que quedarme?
Por que no me da llegando el momento de echar a volar,
de volver a escribirle al sexo,
de armarme de valor
y de ganas
y de vicios
y de humo
y de alcohol
y de besos sin sentido
y de sentidos sin sentimiento pero,
es lo que busco.
No me da llegado el momento de no sentir nada.
Quiero volver a creer que estoy muerta.
O que simplemente he decidido matarte.
Sí, creo que todavía estoy a tiempo de salir corriendo,
de evitar casualidades, de cruzarme contigo, de desaparecer.
Creo, cariño, creo que aún puedo desnudarme por completo,
hacer sonar un vinilo viejo, encender la ducha y esperar que todo se llene de vapor,
y que desaparezca el aire, por que a mi ya no me hace falta respirar, no me hará falta respirar,
pero sí ahogarme una última vez.
Esta es mi sentencia de muerte, el pasillo un corredor hacia el final.
Y justo ahí, un motivo para sonreír,
para no volver a verte,
unos ojos verdes,
unas piernas mojadas,
un pecho latiendo con fuerza,
un cuerpo forzado a la verticalidad,
un espejo empañado,
y las razones suficientes para no volver a creer nunca más en el sexo contigo,
un espejo, un reencuentro y un final.


"Cada beso, un homicidio" Damay Rial y Miguel Gonda


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Todo está bien, sin mí, estás bien.

Hace algún tiempo que he empezado a esperar las noches como un niño espera la navidad. Creo que, por que es el único momento en veinticuatro horas en el que puedo sentarme a solas, como si las horas no pasaran de largo, y pensar en todo lo que nunca te he dicho. Quiero decir, no creo ser la persona que se merezca un abrazo, un beso, o una tarde de sonrisas, pero después de darle muchas vueltas, empiezo a pensar que me merezco al menos, una explicación. No puedes plantarte en la vida de cualquiera, en la mía, desordenarme por completo hasta el cajón de la mesilla que nunca he abierto, hasta ese, y largarte a toda prisa, como si no ocurriese nada. Creo plenamente en mi capacidad de invención, soy una enamorada del amor, una ilusa, soy, lo que tú quieras que sea. Pero me has dado motivos suficientes para creer en nosotros, sin embargo, después de conocernos hasta la médula, de mordernos hasta la espalda y de viajar cortas distancias noche tras noche hacia cualquier lugar, porque nos daba igual, si íbamos juntos, te has alejado sin dejar ni rastro de tus pasos, de todas esas horas compartidas, de tu paso por mi verano, dejándome mil palabras pendientes que solo hacen multiplicarse y un “quédate” entre los labios. Te has ido después de un “nos vemos”, de un largo paseo, de un beso de buenas noches, de un mensaje, de todo aquello que hacíamos cuando volvíamos a vernos. Y yo, después de ser los minutos más bonitos de tus noches, me he quedado del todo en nada. No sé ni por dónde empezar a barrer todos estos escombros. Eso sí, puede que me hayas dejado las ruinas más bonitas de la historia, envidiosa Pompeya. Bueno, da igual. Seré lo que quieras que sea, pero no tengo pensado ser el jueves de tu semana, la persona que se cruce en tu camino cortándote el paso, ni siquiera un maldito semáforo en ámbar. Pero, no quiero pasarme ya más noches sin dormir creyendo que he jugado mal mis cartas, desconociendo la partida vencedora. Supongo, que al menos, me merezco una explicación. No te estoy pidiendo una charla de horas, ni un mensaje de más de dos líneas. No quiero una excusa, de esas, ya tengo mil. Quiero una verdad, un “no vuelvas”, lo que sea. Una palabra que me siente como un puñetazo en el estómago, que me diga que todo está bien, sin mí, que estás bien.


Existen ese tipo de personas que solo se merecen una explicación, nada más. Pero deberíais tenerlas en cuenta. 

Qué es mejor, salir corriendo o follarnos una última vez?

Me diste un puñado de motivos sobre los que pensar,
un abrazo de recuerdos sobre el que llorar,
un millón de sonrisas en las que perderme.
Y la excusa perfecta para no volver a verte.

Quise decirte todo esto que ahogo en vasos medio llenos,
todo lo que callo y corre entre mil llantos,
todo eso que fuimos aunque no estuvieras.
Las ganas de volver a dormirme entre tus piernas.

Permanecieron los planes como guirnaldas de fiesta,
colgando de una excusa para re-declararnos la guerra,
para pegarnos con palabras los sentidos que escondimos.
Para alargar cada noche, pensando en que es mejor.
Salir corriendo a toda ostia o follarnos una última vez.

Que problema, cuando se nos juntan, los dos instintos capitales.
Olvidamos los principios, la cordura, lo vivido en estas calles.

Y nos vamos, como quién despide el calendario.



Muérete o enamórate.

Coloca un filtro entre los labios, coge un papel y extiende sobre él tabaco de manera uniforme. Ahora agarra el filtro con tu mano derecha y posiciónalo en el mismo extremo. Prensa el tabaco en sentido horizontal, proporciónale a este volumen de circunferencia y desliza posteriormente tu lengua sobre la arista sobrante humedeciéndola, pero no demasiado. Pega ésta siguiendo la forma lograda hasta el momento. Enciende el mechero, y empieza a fumártelo. 

Sí, fuma, respira de él de forma larga y tendida, deja que el humo invada hasta el más recóndito de tus alvéolos, deja que los marchite, que los aniquile.  Es esto lo que quieres, matarte de un modo tan elegante y virtuoso? Adelante. No hace falta que te pongas dramático a estas alturas, de hecho es muy probable que lo hayas hecho, pero que no hayas apagado el cigarro.  Es el momento de que digas que sí. Sí, quieres matarte, y has decidido tomar el camino más sencillo. Yo, he elegido tomar el camino más sencillo, la mayoría lo han hecho. Lo escogemos por su simpleza, por su lentitud, por el mero hecho de aferrarnos a un vicio más, por placer.

Eres libre, esta es tu vida, y como dueño de tal, tú decides cuando acabar con ella si es que quieres hacerlo, o si prefieres por lo contrario aprovecharla hasta el último momento. Eres dueño y señor de tus actos, lo cual conlleva responsabilidades y consecuencias. Es más, en la mayoría de los casos, eres el propio causante de tus actos, por desagradables o indeseados que puedan llegar a ser.
Piensa en salir corriendo, podrías hacerlo. En  hablarle a la persona que distante, consume un café en la barra del bar en la que tú desayunas. En irte sin pagar, en cambiar el zumo por un chupito de ron, en dejar de leer, en volver a salir a la terraza, y encenderte otro cigarro, en no hacerlo ni una sola vez más. Puedes, estás dotado y capacitado para realizar todas estas acciones.

Pongamos que escoges hablarle a la persona de la barra, pongamos que la miras a los ojos, pongamos que os caéis bien, pongamos que la invitas a desayunar. Y si nos arriesgamos sin excedernos subliminalmente del contexto, pongamos que acabáis compartiendo lavabo, el de caballeros, claro. Porque tú, sigues siéndolo.

Bien, puedes hacerlo, es más, podrías salir a toda prisa invitándola o sin pagar la cuenta, al gusto del consumidor. Tan rápido que no te da tiempo a encenderte otro cigarro en esa terraza tan acogedora. Aquí lo tenemos, acabamos de encontrar un nuevo modo de matarnos por dentro, no menos gozoso, placentero, lento ni vicioso que con el tabaco.


Chico, te has enamorado.



Tú y tus facilidades, mis fatalidades.

He aprendido que es más fácil hacerte un hueco en un cajón que entre mis líneas.
Cruzar las agujas del reloj y parar el tiempo, a cruzarme contigo aunque lo intente.
Describirte con miradas y sonrisas, a tener que hacerlo con palabras.
Versarte,  a decirte que te quiero.

Es más fácil inventarse mil excusas, a decir una verdad.
Salir corriendo en plena guerra, que plantarle cara a los contrarios.
Bajar la cabeza antes que mirar a los ojos a esa persona que en realidad, busca en ti un abrazo.
Olvidar días, que meses.

Por eso, nunca hemos llegado a llenar un calendario.
Por eso y porque tú, ni lo has intentado.
Y yo, he temido tener que dejar de hacerlo.
Por eso, fuimos nada.

Demasiado para ti, y yo me quedé con las ganas.




lunes, 15 de septiembre de 2014

Un juego a vida o muerte.

Como aquella noche en la que pude ver tu piel en blanco y negro. Como si de un super poder se tratase. Pero no, se trataba de un juego. Y esa era sólo, una norma más. 


En este juego tenías que olvidarte de esa persona, mucho antes de empezar a recordar su cara.
Tenías que darte por vencido antes de conocer todas las reglas.
En este juego sabes como van a acabar las cosas, mucho antes de empezar. 
Tendrás que esconderte, pero únicamente cuando el cazador te vea hacerlo.
Y claro, con este tipo de normas y tu piel sólo pude susurrar muy bajito "jugamos?".



Y ahora empiezo a pensar que iniciar partida en tu liga ha sido del todo absurdo. De todos modos, volvería a pagar con el corazón una y mil veces la matrícula de tu cuerpo, aún sabiendo que vencerás antes de mirarme a los ojos. Me dejaría ganar una vez más sólo por restarle escalas de color a tu sonrisa, aunque eso suponga permanecer inmóvil en el suelo mientras escalas el podium de mi puta dignidad. Por que puede que también me la haya jugado, con todo, con el aire de esta habitación. Pero es que, joder, a ti te veo tan bien y tan poco sangrante y tan sonriente y tan distante, pero precioso a lo lejos, desde aquí, desde mi boca, sin levantar la mirada, sin provocar nada, en ti; que si me apuntaran directamente a la nuca y me dijeran que le sumamos una nueva norma, un vida o muerte, la ruleta rusa, empezaría a llevar tu nombre. 


Y me daría igual.

GUERRAS DE SANGRE




Suena como un disparo en la boca
y solo es un portazo 

sin saludo de por medio. 


Convivimos, como afganos en plena guerra.

Sobrevivimos,

sin conocer la palabra tregua.


Nos sangramos los ojos

como si nos los arrancaran 

cada vez que nos miramos.


Nos juramos en silencio, y a gritos

que jamás volveremos a vernos

cuando nos digamos adiós.

Nos vestimos con chalecos antibalas.

Nos armamos todas las mañanas

de granadas y mentiras

para poder encontrarnos
sin arriesgar la vida.


Ella y yo inventamos

la primera guerra de sangre

proclamada bajo cero

Sin más gobierno que unos genes

enfrentados por te quieros 

que nunca pronunciamos.


Ella y yo inventamos

campos de desconcentrarnos,

minas antisonrisas,

un diccionario a parte
sobre la muerte y sus aliados,
sobre nosotras.


Y los duelos cara a cara

en mitad de un salón

apuntándonos con los labios

directamente al corazón.




domingo, 14 de septiembre de 2014

Te echo de menos entre mentiras de más.

A ver si dejáis de engañaros de una puta vez.

No existen precipicios
a los que merezca la pena asomarse.
Ni muertes por amor.

Ya no se emplean los tres puntos suspensivos
en una relación.
Y diecinueve días es demasiado tiempo
para enamorarse.

Bueno, es que, en realidad;
hace ya muchos inviernos
que la gente no se enamora.

Que las sonrisas no hablan de años,
sino de orgasmos.
Que de lo único que nos colgamos
es de los pecados capitales.

Y las ciudades han dejado
de alojarse en el ombligo
de otra persona.

Hace ya mucho tiempo
que empezamos a fumar,
por que no encontramos a nadie
que quiera quedarse.

Pero es que en realidad,
no nos hemos parado a pensar,
que no queremos encontrarlo.

Y nos hemos acostumbrado a mentirnos,
a escuchar canciones bonitas,
a escribir estados en verso,
a acostarnos tarde y a solas
creyendo que queremos
hacerlo con alguien.
Con sabe dios quién.

Hemos caído en la absurda rutina
de echar de menos a todo el mundo
sólo por dolernos y poder pensar
que ya nos parecemos un poquito más
a Sabina.

Y es una pena,
por que ni siquiera él
ha muerto por nadie todavía.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Me limito a desearte suerte.

"El tiempo que has perdido con tus mil excusas,
cuando yo sólo te he pedido una verdad."

Muy al margen de poder decir nada más, me limito a desearte suerte. Seré la gilipollas que sólo sabe hacer las cosas mal, y a eso le sumo ser la gilipollas que no ha tenido una oportunidad para decirte todo lo que se ha callado a la cara. Todavía me acojono si pienso en la velocidad a la que te has largado.

Hay personas que no se merecen un abrazo,
ni una tarde de sonrisas,
pero que se merecen una explicación.

Y deberías tenerlo en cuenta.

jueves, 4 de septiembre de 2014

"Poemas de un autor invisible"

¿Una dedicación de amor o un arrebato de lirismo? Es más, un autor, o una autora?
Por que ver a la gente leer en plena calle todavía no es una utopía. Y arrebatar sonrisas anónimas de paseantes insatisfechos con su rutina es siempre un placer. Por que ver una manifestación artística no tiene que ir hilado a aportar una cantidad de dinero, ni a aburrirse entre las cuatro paredes de un monótono museo. Por que hay demasiadas palabras que no se pueden decir a la cara. Por que todos sabemos que "la libertad, está en las tapas de un libro que nunca ha sido abierto", que "el mirador más alto de la ciudad está en sus ojos" o que "hacían el amor en verso" por eso existe la literatura. Por eso, y por que todo el mundo debería hacer realidad alguno de sus sueños antes de caer en la absurda monotonía de su ciudad. Por eso existen los poetas anónimos, sin ser poetas, tan si quiera. Por eso se inventó la palabra sorpresa. Por eso escribo.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Indeterminismo veraniego.

No habitúo a despedirme del pasado, no al menos a recordarlo como tal. Pero Agosto sonaba tan bien que me resulta imposible no sentir "morriña" (como se dice en mi tierra) de esas puestas de sol a las diez. Pero que os voy a contar, si así me contradigo y me niego a mirar atrás por miedo a querer quedarme y a, aparentemente, no poder hacerlo. He estado pensando en esto todo el día, podría haberme quedado en aquel Domingo, sin la posibilidad de traspasar esa frontera horaria, por gusto, por placer o por pura lógica. No lo hagas, si no quieres. Por que al fin y al cabo, depende de ti, no? Quiero decir, y es totalmente aplicable. Somos libres de actuar de principio a fin como nosotros decidimos, o esa es al menos, la teoría que yo ,personalmente, apoyo. En el remoto caso de que esto fuera cierto. Por que nos limitamos a vivir insatisfechos con nuestros actos o con lo que tenemos? si, al fin y al cabo, y dentro de unos márgenes lógicos, es lo que hemos decidido. Yo, partiendo de esta idea, me reescribo y recompongo en ello para crear un nuevo principio y no tener que decir adiós al Verano. Me explico, puede que las puestas de sol cambien de hora, pero solo habrá que cambiar un poco la rutina, buscar el sol por las mañanas o esquivar la lluvia si es que ha decidido mojarnos, para seguir viviendo en un Verano permanente. Si quieres portar poca ropa, desnúdate en cuanto puedas, o busca una excusa para subir la temperatura. Lo cual puede llegar a ser mucho más divertido que tener a tu alcance todo hecho. Si al fin y al cabo nos gustan las cosas complicadas, busquemoslas así. Resignémonos unicamente a cambiar el ritmo horario, o a romper la rutina por obligación , y hagamos de el resto del tiempo un juego de estaciones al alcance de nuestra mano. Que al fin y al cabo, la playa, está todo el año, aunque las mareas, cambien de nombre.

Yo, soy optimista.

Estoy hasta los cojones de ser la optimista de siempre. De pensar que la gente vuelve. De creer en que no debo creer en un último beso. En que vas a quedarte. A ver si un día me da por despertarme y saber que te has ido. Con otra, o a algún lugar. Que mas da. Si yo al fin y al cabo, seré la optimista que piense, que como te quiero yo, no te va a querer nadie. Y tiene gracia, por que si no te dejas, esto se pone demasiado difícil. Ahora, ojalá te besen mucho, nunca tanto como yo. Y te roben sonrisas a destajo, te oigan cantar en el coche, te tumben en cama de un empujón, te destapen al dormir, y te den las buenas noches con un beso calentito. Suerte. De veras, suerte, por que si no lo hacen, vas a acordarte de mí, y eso sería horrible. Por que en realidad, sería difícil que yo no hubiera encontrado a otro que cumpla los planes que propongo, que me arranque una sonrisa, que me acompañe cuando canto en el coche, me tumbe en cama de un empujón, me tape por las noches o que me de los buenos días con un beso calentito. Ese tipo de detalles, que no quitan, que me acuerde de ti. Aún así, espero que el amor se siga haciendo igual aquí que a más de tres mil kilómetros de distancia, porque en ese caso, sabrán entenderte. A no ser, que solo quieran follar. De todos modos, yo, soy optimista.